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domingo, 30 de octubre de 2011

¿pensador o futbolista? II : Martín Heidegger



Heidegger, que eleva a la Vida como concepto central filosófico y que definía la existencia humana como “práctica en el mundo” era un verdadero Futballfan, un fanático del pedestre fútbol. Se destacaba entre el mojigato mandarinato académico alemán por sus gestos plebeyos: despreciaba el uso de la levita y toga, muchas veces se presentaba a dar clases vestido con un estilo de amante de la actividad física.

El fútbol para Heidegger podía ser situado dentro de su propia analítica del Ser como parte de la Sorge, un término que en alemán significa “cura”, el cuidado del hombre arrojado al mundo. El Ser (Sein) era redondo por unos instantes. Además el fútbol era un momento, en el cual se vivía una verdadera comunidad de destino, que generaba una verdadera praxis, líderes y seguidores, héroes y sacrificio de la voluntad en pos de un interés colectivo. El fútbol bien jugado era la demostración práctica que el destino es siempre colectivo, cooperativo. Heidegger fundamento su teoría acerca de la ventaja de la sabiduría practica sobre la mera técnica luego de ver un partido de dos equipos de donde resaltaba un nombre en particular que era del agrado del pensador : Franz Beckenbauer. La iluminación que vivió el filósofo se da en una curiosa anécdota que prueba su fanatismo por el fútbol.

Hacia principios de los años ’60 el director artístico del decano teatro de Friburgo, Hans-Reinhard Müller, fundado en 1866, se encontró de casualidad con Heidegger en un tren que venía de Karlsruhe. Al reconocerlo emocionado, Heidegger, ya era una estrella intelectual a nivel mundial, pretendió desarrollar una charla profunda sobre literatura y arte, cosa que no logró. Heidegger respondió con indiferencia y desinterés las preguntas de Müller, el se encontraba entre la sensación de conmoción y nostalgia que le había dejado un partido de futbol local, y no tuvo reparos para hundirse en elogios ante un maravilloso jugador, un tal Franz Beckenbauer, que jugaba en un mediocre equipo, el Bayern Múnich. Admirado por su estilo de juego, relato la precisión y delicadeza con la que trataba al balón incluso con lenguaje corporal le visualizó al estupefacto director las fintas de su juego. Heidegger calificó a Beckenbauer, de tan sólo veinte años, de gro ßartiger Spieler, jugador genial, además de subrayar su invulnerabilidad  a la marca o lucha cuerpo a cuerpo.

Beckenbauer aplicaba de manera perfecta las posiciones correctas para el mejor juego, destacaba por su simpleza con los conceptos y su perfecta interpretación de cada una de las forma que lo contienen, poseía una sabiduría practica, que lo ponía un paso por delante que el resto. Müller además concluyó acertadamente que a Heidegger no le interesaba en absoluto el teatro.

De esta manera lo entendió el brillante pensador alemán, el gran fundamentalista de la tesis del deporte rey Fussball.

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